lunes, 27 de abril de 2009

Voluntades y "dejadeces"

Luchó contra sí mismo y se dijo que ya estaba bien. Eran muchos los frentes abiertos en su mente, muchas las historias que se entremezclaban y no le dejaban pensar ni mucho menos progresar. El escriba volvía a hacer de las suyas por mero aburrimiento, y a tales puntos habían llegado ambos que el anfitrión decidió que era la hora de sentarse y conversar:

- Te has pasado, pero hasta aquí has llegado. A partir de ahora soy yo el que pone las reglas, no tú.
- Esa es una ardua tarea, y lo sabes. No podrás, déjame ayudarte…

Sabía que no iba a ser tan fácil, que el invitado no iba a ceder tan fácilmente.

- No, no. Me ayudarás cuando decida yo que me tienes que ayudar. No tengo nada más que decir. No busco que lleguemos a un acuerdo, son las nuevas normas.

El escriba dio un paso hacia atrás, pero giró la cabeza y concluyó:

- Enhorabuena por QUERER mantener el control. Las cosas funcionan así, o no funcionan. De verdad, mis felicitaciones.

Salió por la puerta y la cerró cuidadosamente. El anfitrión no quedó extrañado, pues sabía de la misión de su invitado. Ahora todo dependía de él, y el escriba sería una ayuda si así lo solicitaba. Pero ahora mismo sólo le apetecía relajarse profundamente…


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Sobrevuelo,

paso los charcos por encima

y hasta luego.

Y si me dices que has venido,

me lo creo, y pienso:

todo me da igual.


Y aterrizo,

agárrame los pies

que no sé dónde piso.

Quiero pasar,

pero no sé quien va primero,

y no me dejan de empujar.

Quiero correr

donde sólo se puede andar.

Quiero cantar

donde no se puede ni hablar.
Quiero aparcar

donde no se puede aparcar

para poder después subir

por la escalera de bajar.


Quiero pasar

toda la noche sin dormir

leyendo un libro en blanco

que hable sobre mí.

Quiero escribir

lo que ni yo puedo escribir

para poder después bajar

por la escalera de subir.


Ya despego,

y de repente vuelvo a ver

lejos el suelo.

Me hago a la idea que me he ido

y me lo creo y pienso:

no me va tan mal.


E investigo,

ya sé que a veces no hago

todo lo que digo,

pero resuelvo siempre

bajo el aguacero
aunque me tenga que mojar.


Quiero correr

donde sólo se puede andar.

Quiero poder

pintarme alas y volar.

Quiero escalar

lo que ni yo puedo escalar
para después poder reir

con los motivos de llorar.


Quiero pasarme

todo el día sin dormir
leyendo un libro en blanco

que hable sobre ti.

(...)


Lagarto Amarillo- Sobrevuelo- Que la suerte te acompañe, 2004

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