jueves, 30 de abril de 2009

Es un sitio pequeño, pero respiras más que en cualquier gran playa. Te queda la Bahía de Alicante a la derecha y la inmensa Playa de San Juan a la izquierda. La luz del faro, al atardecer, te queda a la espalda, se cierne sobre ti. Vuelves a respirar. Ves la inmensidad de un violento mar que casi te rodea por completo, observas cómo llegan las olas a la pequeña orilla con fuerza. Va anocheciendo, y poblándose el cielo de estrellas.

Y te da por pensar, y a quién no. Piensas y crees que allí nada importa, que sentado en una roca, con la brisa marina, en un lugar al que nadie va y que el ser humano no ha podido destrozar sientes que no existes. De hecho te molesta cuando, esporádicamente, pasa una pareja buscando un hueco sin nadie alrededor donde mirar a la luna. Bebes un trago de cerveza y casi te da miedo dejar la lata sobre la piedra rocosa e irregular y que afea el lugar. Vuelves a respirar. El sonido del mar te relaja, la oscuridad te fascina y la soledad te arrulla. Hablando o callando te sientes bien, lejos del cemento, del ruido humano. No existir no está tan mal, pero cuando más se disfruta es después de un día de plena existencia.


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(...)

Las empresas, modernas cámaras de gas,
autómatas sin nombre redactan otro informe más,
sobre el progreso, ¿qué progreso?
Yo sólo veo chavales de primero de ESO, adictos al exceso.
Nos aprietan las tuercas. La masa tuerta
no puede vivir sin el tono de un móvil cerca.
La educación es terca y nos amuerma, enferma

(...)

Si fumo en tu local, no habrá coartada.
El humo de los coches es diez veces más mortal y nadie hace nada.
No salgas de la manada, calla y traga.
Saben que facturas debes, saben que facturas pagas.
Si apagas la televisión, no hay otro entretenimiento
y el silencio entre dos se hace violento.
Hablar con sinceridad, llorar nuestra infelicidad
se toma como una muestra de debilidad ¡y me preocupo!,
ahora todo es trabajo en grupo
y del pensamiento único jamás se supo

(...)

Dónde está el ideal de ayudar.
Hay que pagar hasta por respirar.
Busca otro planeta al que emigrar...

(...)

Esclavos del destino, así morimos.
Nos tratan como escoria y sin fuerzas nos rendimos.
Los jefes del presidente dictan el presente
¿crees que no controlan también tu mente?

(...)

Así el pueblo suplica más control sobre si mismo
y pronto le implantarán un GPS al organismo.
Mecanismo para marionetas,
¿no sientes los hilos invisibles atados a la chaqueta?
Y como buenos ciudadanos nada nos inquieta,
no pensamos que el poder nos quiere ver con las manos quietas

Nach- Esclavos del destino- Un día en suburbia, 2008


2 comentarios:

  1. No me extraña que te guste ese sitio. Creo que todos necesitamos un lugar donde escondernos y encontrarnos... el mío aquí no lo he encontrado todavía.
    El tuyo parece simplemente perfecto.

    Un saludillo :)

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  2. Yo creo que precisamente vamos a "desescondernos", después de una dosis fuerte de vida urbana, de estrés.

    El truco no es encontrarlo en ningún sitio, sino en ti mismo (qué profundo).

    =)

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